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viernes, 21 de noviembre de 2014

MALLOS DE LECHERIN (2452 m)

Domingo, 2 de noviembre de 2014.

En la loma casi llana los picos de la Garganta de Aísa y el
Sombrero, en el centro el Lecherín y a la derecha los
Mallos de Lecherín y el Mallo Rigüelo
En compañía de Lolo, Ale y J.M nos lanzamos a subir unos picos a los que la gente no les da demasiada importancia por su poca altura y embergadura pero que a nosotros nos han llamado la atención por su formación similar a un castillo desde la primera vez que los vimos hace unos cuantos años.
Poca información encontramos en la red para hacernos una idea de donde nos vamos a meter, la verdad, pero bien equipados de hierros y cordallos, decidimos meternos al barro.
Madrugamos porque se avecina una borrasca que traerá por fin el otoño que nunca llega y a las ocho y media empezamos a andar desde el Valle de Aísa. La primera idea era realizar la ruta desde Canfranc porque nos gusta más la senda, pero al ser más largo y con más desnivel, decidimos ir por Aísa para asegurar el tiempo. Y acertamos de lleno.

En dos horas sin correr nos plantamos en el Collado de Lecherín, cruzamos hacia el otro lado (E), viendo ya a lo lejos el refugio López Huici, y recorremos la base de los mallos por una intuitiva senda que nos hace sentir minúsculos ante las enormes paredes que parecen caernos encima. Llegados a una gran pedrera empezamos a encontrar algún mojón, así que ascendemos por ella hasta llegar al inicio de las trepadas. 

Collado de Lecherín













Estamos en la vía normal de subida a los mallos, la llamada "Chimenea Faus". Con pasos de II+ llegamos a una gran grieta, que parece incluso una cueva, con un gran bloque empotrado. Aquí aseguramos un largo hasta llegar a la cima, puesto que los pasos ya son de grado III. Vamos por la izquierda de la gran grieta, y ya casi en la cima hay una buena reunión para asegurar.

Inicio de las trepadas, al final de la pedrera





Asegurando el largo casi en la cima

La cima son realmente cuatro, con un gran socavón que las separa y al que bajamos para poder ascender las diferentes cumbres, todas ellas escalando, e incluso una rapelándola para bajar. Por no mentir...nos dejamos una cima por no ver nada clara la bajada, puesto que lo suyo era rapelar y no veíamos nada para hacerlo, así que...como vista una, vistas todas, como si estuviera hecha...(o consuelo de tontos, no sé yo...).
Estamos ante una montaña realmente bonita de subir y con una morfología similar a un enorme castillo con perfectos torreones por los que podemos pasear porque son casi planos. Verdaderamente impactante!!

Socavón entre las cimas
Cima



Otra cima


Más cima
Más de cima

Rapelando de una de las cimas al socavón


El grupo en una cima
Para bajar hacemos dos rápeles. Uno uniendo dos cuerdas de 40 metros y otro de 20 metros, ambos de buenas reuniones ya instaladas. Sólo nos queda destrepar la parte final, ya más sencilla.

Primer rápel de bajada



Rápel de 20 metros
Sima 17, todavía con nieve en
su interior.











Cuando llegamos al collado las nieblas que van y vienen engullen poco a poco los mallos de los que bajamos, así que nos ha ido al pelo. Si llegamos a subir desde Canfranc no hubiéramos visto nada, lo que hubiera sido una lástima.
Bajamos por donde hemos subido, parando a comer cuando ya han caído dos veces gotas, y en esta parada nos quedamos ya literalmente helados; hay que ver...ayer casi nos cocemos escalando a las cuatro de la tarde en Panticosa y hoy a las dos estamos con todas las capas y congelados.
Llegando al coche, como suele pasar, surgen nuevos proyectos (como tiene que ser!), uno de ellos que la próxima vez que volvamos por este valle sea para subir el imponente Rigüelo. Ya nos encargaremos las chicas de que esto se lleve a cabo...
Si queréis el track, aquí.

2 comentarios:

cristina dijo...

que paisajes tan pedregosos, me ha encantao!! y vaya vértigo que dan estas fotos...

silvia dijo...

Cris el paisaje era totalmente novedoso, por eso nos gustó tanto.
Me alegro que te haya encantao, je,je.
Un beso.